domingo, 11 de diciembre de 2016

Chaqueta vaquera



Ella es una de esas chicas
que va con prisa a todas partes
y siempre llega tarde.
Una de esas que nunca acierta
cómo vestirse para salir a la calle
y no pasar ni frío ni calor,
una que lleva escritos en la mirada
todos los inviernos que ha pasado sola,
que anda descalza por sus recuerdos
sin miedo a cortarse en sus monstruos.
Una de esas que nunca olvidarías
si te hiciera una mamada,
una mujer que se viste de valentía
para ocultarme entre sus miedos.
Se ve preciosa cuando el viento la despeina
y sonríe a gota limpia cuando
le pilla la lluvia en pleno Madrid sin paraguas.
Es una chica desastre,
que siempre tiene mil cosas por hacer y en cambio,
ella prefiere escribir.



Puede con todo salvo con ella misma,
prefiere leer un libro a ser esclava de la caja tonta,
es la que nunca llega a tiempo a coger el Metro
o la vida,
la que lleva ya muchos catorces de Febrero
esperando que alguien venga y le diga:
«Tranquila pequeñita, yo también tengo miedo,
pero a tu lado me siento tan, tan valiente...».
Es una de esas que nunca sabe lo que quiere,
pero está dispuesta a conseguirlo todo.
Oculta sus ojeras con maquillaje,
y sus lágrimas son lo único que le espera
cada noche
en la almohada.
Ella es la que ha enamorado al insomnio
en un poema a primera vista,
ella es la golfa de la que habla Extremoduro.
Ella es la única capaz de enamorar a alguien
en lunes,
con tan solo un beso certero,
es capaz de aprenderse de memoria
tus lunares más ocultos,
de descifrar tu piel más tuya.

Es la que pasa por delante de ti
y es imposible no mirarle el culo,
una de esas que vive con su gato
y tiene la nevera llena de cervezas
y la cabeza de bocas con quien tomárselas,
pero el corazón vacío de gente que merezca sus penas.
La que siempre pierde uno de sus guantes en invierno,
la que mata los cigarros,
la que juró una vez
que jamás se enamoraría de un poeta.
Ella es la que convierte al silencio de una calle vacía
en cualquier madrugada,
en la canción más hermosa del mundo,
solamente con el ruido de sus tacones.
Es la única capaz de calentar enero si se muerde el labio inferior,
es la que siempre se enamora del más cabrón de todos,
y se desenamora con cualquiera, cada noche,
después de varias copas,
es el caos de un «te quiero» nunca dicho
y son suyos aquellos ojos de gata que han enamorado a la luna.

Pero ella no es mía,
aunque yo siempre seré suyo.

Hasta el último aliento.

Del libro: Con tal de verte volar  de Miguel Gane

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